My Life is in His Hands
December 31, 2020Stand Tall
January 28, 2021Ahora es el Tiempo
A veces una buena pregunta puede cambiar las cosas para bien. La historia cuenta de cuatro leprosos que vivían en Israel: El tiempo estaba de lo peor, porque en aquella ocasión Samaria estaba siendo asediada por los sirios, y una hambruna estaba acabando con los israelitas. En esas circunstancias, los leprosos se encontraban sentados a las afueras de la ciudad, y uno de ellos sorprendió con esta pregunta: ¿Por qué quedarnos aquí para morir de hambre? (2 Reyes 7:3).
Decían entre ellos: “¿Para qué entrar en la ciudad si allí solamente nos espera el hambre?… Y si nos quedamos donde estamos, moriremos de la misma manera”. Uno sugirió ir al campo de los sirios para ver qué pasaba, lo peor que podría sucederles sería que los mataran, y eso era inevitable aún si se quedaban dónde estaban. Ese fue un paso valiente, especialmente viniendo de personajes como aquellos, que llegaron a la conclusión que era hora de hacer algo. Era el tiempo de tratar algo nuevo. Era el tiempo de actuar. No les importó el peligro y la posibilidad de ser asesinados, estaban decididos a intentarlo.
¿Sabían los leprosos que iban a tener éxito? ¿Tenían la certeza de no ser lastimados? ¿Tenían la certeza de que estarían mejor? Absolutamente NO. Pero sabían que tenían que intentarlo y eso fue lo que hicieron. Cuando llegó la noche se aventuraron hacia el campo enemigo. Mientras caminaban, el Señor hizo algo increíble: que los sirios oyeran un gran estruendo provocado por el ruido de carros, caballos y un gran ejército (2 Reyes 7:5-6).
Cuando los leprosos llegaron al campamento, éste se encontraba completamente desierto porque el enemigo había huido rápidamente pensando que los estaban atacando. Dios hizo que los pasos de los cuatro leprosos sonaran como un poderoso ejército acercándose al campamento.
Dios intervino a favor de los cuatro leprosos. Dios no les dijo lo que iba a hacer. Dios hace esto cuando damos ese paso de fe. Nuestros recursos son limitados y nosotros también tenemos limitaciones. Pero Dios nunca es limitado. Nada es imposible para Dios. Nadie es demasiado difícil para Dios.
Cuando los leprosos llegaron al campamento, encontraron comida, agua, ropa y dinero. Comieron bastante hasta saciarse. Se vistieron como la misma realeza. Luego comenzaron a ocultar los tesoros que habían encontrado.
Esto es algo así como lo que nosotros hacemos hoy, cuando conseguimos cosas materiales comenzamos a acumularlas.
Ellos siguieron acumulando riquezas hasta que uno de los leprosos, probablemente el mismo que hizo la primera pregunta, dijo: “No estamos haciendo lo correcto”. Los leprosos llegaron a esta conclusión: “Este es un día de buenas noticias y las estamos guardando solo para nosotros” (2 Reyes 7:9).
Es increíble que estos leprosos se dieran cuenta que tenían que moverse del punto muerto y aventurarse hacia el campamento enemigo. También es increíble que estos cuatro hombres, después de haber experimentado prosperidad y riqueza instantánea, pudieran llegar a la conclusión que no estaban haciendo ningún bien al no compartir lo que habían encontrado. Lo que descubrieron, es lo que algunos cristianos parecen nunca entender. La emoción de saber que estamos compartiendo a Jesús (nuestro mayor tesoro) con otros que aún no lo conocen.
Hoy es un día de Buenas Nuevas y las estamos guardando para nosotros. El mensaje de Jesús es demasiado valioso para almacenarlo en nuestras almas y no llevarlo a otros. Jesús pertenece a todos los pueblos de todos los tiempos. El profeta Hageo lo llama “el Deseado de todas las naciones” (Hageo 2:7). Lo que el mundo realmente necesita es a Jesús. Este es un día para compartirlo con todo el mundo.